Muchos creen que solo por que son hijos únicos tienen y sienten según ellos el derecho de tratar a sus padres tal como si fueran sus empleados.
En algunos casos los hijos se creen superior ante cualquier persona adulta sin importarle quien sea.
- Carencias
educativas. La ausencia de normas en la familia o el incumplimiento de
las mismas, una educación excesivamente permisiva, no corregir conductas
inapropiadas y la falta de autoridad de los padres, son factores que
favorecen el desarrollo del síndrome del emperador en los hijos.
- Temor
a los propios hijos y a sus reacciones. Cuando los niños son pequeños hay
ocasiones en las que los padres ceden a sus caprichos por temor a sus
reacciones. En ellos prima el deseo de evitar una rabieta, un enfado o una
discusión frente al esfuerzo de imponerse y educar. De esta forma, son los
niños quienes empiezan a dominar las situaciones.
- Carencia
de criterios morales. Se trata de niños que no se plantean si lo que
hacen está bien o mal, no tienen empatía, son egoístas porque no les importa
lo que puedan sentir sus padres, no sienten compasión por los demás, sólo
buscan su bienestar y satisfacer su deseo más inmediato. Estos niños han
recibido un tipo de educación carente de criterios morales, por lo que es muy
difícil que en ellos nazca el sentimiento de culpa. No obstante, no podemos
olvidar que la moral se adquiere pero que gran parte de ella es algo innato
al ser humano.
- Mayor
permisividad social. Tanto en el colegio como en la sociedad los
profesores y nuestros mayores se sienten prácticamente sin autoridad, se
siente incapaces de imponerse y conseguir que la convivencia sea llevadera en
las aulas o incluso en las calles. Actualmente somos víctimas del acoso
escolar en las aulas y del botellón en las calles.
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